martes, 9 de marzo de 2010

Gripe A (XI): La gripe como enfermedad estigmatizante.

En nuestra entrada anterior hemos visto cómo el mecanismo de transmisión de la gripe (por vía respiratoria, a partir de gotitas de saliva que contienen partículas virales) hace que sea una enfermedad fácilmente contagiosa: probablemente se trata de la enfermedad más fácilmente transmisible de cuantas afectan en la actualidad al ser humano. Afortunadamente, en la inmensa mayoría de los casos cursa de forma leve, y no reviste complicaciones.

Sin embargo, en lo que respecta a la gripe pandémica H1N1 (la llamada gripe A), durante unos meses estuvimos convencidos de que podía ser grave. De hecho, estuvimos convencidos de que podía ser muy grave. Esa convicción, tremendamente extendida, de su potencial gravedad, unida a la facilidad de su contagio, hicieron que la gripe A llegase a ser una enfermedad muy temida.

Y, como dijo El Roto el 5 de mayo de 2009 en El País, el virus del miedo puede ser incluso más contagioso que el de la propia gripe:

A lo largo de la historia hemos tenido constancia de que cuando una enfermedad se vive con miedo por parte de la comunidad, ello puede conllevar el rechazo social del enfermo. Hablamos de enfermedades estigmatizantes (aludiendo al concepto de estigma, entendido como marca o mancha permanente) para referirnos a determinadas enfermedades que condicionan una valoración social negativa de las personas que las padecen, con exclusión, rechazo, evitación o condena: un juicio social adverso que, aunque se basa en un problema de salud o en un estado relacionado con la salud, no se justifica desde el punto de vista médico. El Diccionario de la Real Academia Española atribuye a la palabra estigma diversas acepciones que se relacionan con lo dicho, como “marca o señal en el cuerpo”, “desdoro, afrenta, mala fama”, o “marca impuesta con hierro candente, bien como pena infamante, bien como signo de esclavitud”. Entre las enfermedades estigmatizantes más evidentes a lo largo de la historia, podemos citar la peste, la lepra, el sida o la enfermedad mental, entre otras.

Ésta ha sido, exactamente, la circunstancia que ha rodeado a la gripe A durante los primeros meses de la pandemia. No necesitamos acudir a la obra de nuestros humoristas gráficos para ser conscientes de que el enfermo de gripe A vivió estigmatizado durante aquellos meses, pero el caso es que, incluso cuando ya sabemos que la pandemia ha evolucionado de forma mucho más leve de lo que temíamos entonces, encontramos en los chistes gráficos múltiples muestras de lo referido.

Un ejemplo llamativo (tomado de la misma historieta con la que abríamos nuestra entrada anterior, es decir, de la revista El Jueves del pasado 27 de enero de 2010 ) lo constituye la forma en que reaccionan los personajes de MEL ante un individuo de quien sospechan (sólo sospechan) que se trata de un enfermo afecto por una enfermedad respiratoria de origen viral (y, por tanto, deducen, contagiosa). La inusitada violencia que manifiestan (unos personajes que, por otra parte, no suelen mostrar comportamientos violentos) es, obviamente, una exageración, una hipérbole (precisamente en lo desproporcionado de esa reacción reside el fundamento del chiste), pero, sin embargo, no necesita explicación adicional: el lector entiende cuál es la causa de la agresión que sufre el enfermo (y ésta no es otra que su propia condición de enfermo).


Cuando, además, por cualquier circunstancia, se asume que el hecho de ser extranjero aumenta la probabilidad de padecer la enfermedad (y, por tanto, de convertirse en fuente de contagio potencial), ello facilita la aparición de xenofobia. Nos lo contó, de un modo contundente, nuevamente MEL, en El Diario de Cádiz, el 1 de septiembre de 2009:

El rechazo social al enfermo se asume hasta tal punto que encontramos ejemplos de personajes que, sin estar necesariamente enfermos, buscan fórmulas para aprovechar ese rechazo (con el cual cuentan a priori) en su propio beneficio (es el caso del niño del chiste siguiente, de Bernal, incluido en el número 1689 de El Jueves, publicado el 7 de octubre de 2009):


La reacción social frente al enfermo de gripe A no ha sido muy diferente de la que se ha dado frente a otras enfermedades estigmatizantes. En este sentido, nos llama la atención que el planteamiento del chiste anterior es muy similar al de otro chiste de Palomo, publicado hace ya más de 20 años, en pleno auge de la pandemia de sida, en El Jueves nº 516 (de octubre de 1987):


No es algo, obviamente, de lo que podamos sentirnos orgullosos, pero podemos concluir, sin temor de incurrir en exageración, que la gripe A ha sido la primera enfermedad estigmatizante del siglo XXI.