No todos los días se encuentra uno con un chiste que incluya la descripción precisa de un fenómeno clínico, pero ese es el caso del chiste de Vergara que apareció en Público el pasado 29 de junio:
Para bromear acerca de sus escasas expectativas respecto al Debate sobre el Estado de la Nación de este año 2011 (a punto, entonces, de celebrarse), Vergara recupera el concepto de déjà vu, que, es, en efecto, una expresión francesa (cuyo significado literal es “ya visto”) utilizada en clínica para referirse una alteración de la memoria (también llamada paramnesia) consistente en la sensación de recordar situaciones que nunca se han vivido antes, es decir, es la sensación de haber estado antes en una situación que, sin embargo, en realidad está ocurriendo por vez primera. Como si, al ver un debate televisado en directo (que es a lo que se refería el humorista) tuviésemos la sensación de que se trata una retransmisión en diferido, porque no aporta nada sobre lo que ya habíamos visto en otras ocasiones.
O como si, al leer un titular de la prensa, tuviésemos la sensación de que ya lo habíamos leído. Stahler, el 6 de junio de 2008, jugaba en The Columbus Dispatch con esta sensación para plasmar la sensación angustiosa de ser testigo de cómo los precios de la gasolina suben y suben... sin techo aparente:
También Mark Parisi, en su página Off the mark.com, usó el concepto con inteligencia en un chiste de 2004 que, si bien a diferencia del de Vergara no incluye la descripción del fenómeno, sí lo plasma a la perfección con una escena doméstica:
La presentación ocasional de este trastorno no tiene significación patológica: prácticamente todos, sanos o enfermos, hemos experimentado en alguna ocasión la falsa sensación de haber estado antes en un sitio concreto, de conocer ya a alguien a quien no hemos visto nunca, de haber hecho en el pasado algo que, en realidad, hacemos por primera vez. Se dice, no obstante, que este fenómeno es más frecuente en determinados síndromes clínicos, como la esquizofrenia y la epilepsia temporal, en los cuales se alteran determinados circuitos neuronales.
Son muchos los autores que han dibujado chistes sobre este concepto, pero la mayoría de ellos se basan en el recurso de presentar situaciones en las que los personajes experimentan la sensación (incómoda, a veces) de haber estado allí ya antes. A veces, lo consiguen con un simple dibujo, sin necesidad de diálogos, como estos ejemplos de Paul Kinsella y de Dave Carpenter:
Otras veces, como en el caso del chiste con el que queremos cerrar esta entrada, basan su gracia precisamente en el diálogo. Se trata de una historieta breve, titulada Health Care Déjà vu (que ni siquiera está firmada) ofrecida como recurso gratuito en la página web de la Canadian Interprofessional Health Collaborative (CIHC), cuyo autor o autora ha cedido los derechos a la misma (hemos solicitado a la CIHC la identidad del autor, pero en su respuesta nos invitan a atribuir el chiste a la propia institución):
Describiremos inicialmente la secuencia para después comentarla: el profesional que recibe a la usuaria de un servicio o centro sanitario le pregunta algo así como: “Cuénteme, ¿qué le ocurre?” (obviamente, la traducción no es literal, pero es que la traducción literal suena un poco ridícula en nuestro idioma); el médico que le va a atender, le pregunta exactamente lo mismo; la persona encargada de hacer las pruebas o exploraciones diagnósticas que se le han pedido formula de nuevo la misma pregunta: “Cuénteme, ¿qué le ocurre?”. Y, finalmente, mientras la fisioterapeuta inicia el tratamiento prescrito, vuelve a preguntarle: “Cuénteme, ¿qué le ocurre?”. La paciente, perpleja, se interroga a sí misma: “¡¿Pero es que estas personas nunca hablan unos con otros?!”.
Es obvio que este chiste incluye una crítica bastante explícita a la comunicación (que, evidentemente, considera deficiente) entre los distintos servicios sanitarios que prestan asistencia a un mismo paciente durante un mismo proceso (lo que en el argot técnico llamamos “comunicación interniveles para garantizar la continuidad asistencial”). Sin duda, en muchos casos esa comunicación es susceptible de mejorar. Sin embargo, cada profesional sanitario conoce mejor que nadie las peculiaridades de la asistencia que presta o del servicio que ofrece, por lo que, aún cuando se le haya proporcionado información previa, no es censurable (sino todo lo contrario) que quiera recabar información de primera mano, directamente del paciente, pues pueden existir datos importantes para su parcela asistencial que otros profesionales bienintencionados han considerado irrelevantes o al menos no tan importantes como para incluirlos en la información que le han hecho llegar. Por ello, este tipo de déjà vu (el hecho de que un paciente tenga la sensación de que los distintos profesionales sanitarios que intervienen en su asistencia le preguntan reiteradamente sobre su problema de salud) no sólo no es patológico, sino que, a nuestro juicio, resulta sanísimo.