Nos llega la triste noticia del fallecimiento, el pasado 4 de agosto, del autor italiano Giuseppe Coco (Biancavilla, 1936-2012).
Aún cuando no era un autor muy conocido en España (aunque muestras de su obra fueron incluidas en revistas de humor gráfico y cómics de los años 70 y 80 del siglo pasado), Coco publicó en este país una antología de viñetas protagonizadas por sátiros, con el título, precisamente, de Los Sátiros (Editorial Astri, S.A., Barcelona, 1989).
Los sátiros son criaturas masculinas de la mitología griega que solían representarse frecuentemente como seres mitad humanos y mitad carneros, con orejas puntiagudas, cuernos y cola de cabra. En la mitología romana se les solía identificar con los faunos, lo cual implicaba atribuirles también pies de cabra. Con ese aspecto los plasmó Coco en su obra:
Los sátiros se relacionaban con la actividad sexual masculina (y no era raro que su representación iconográfica por los autores clásicos incluyera una erección), motivo por el cual, en la actualidad, el término satiriasis se utiliza para referirse al trastorno por hipersexualidad masculina. La hipersexualidad (frecuentemente identificada con la llamada adicción al sexo) es el deseo de mantener un nivel de comportamiento sexual humano lo suficientemente alto como para ser considerado patológico: se tiene una necesidad difícilmente controlable de sexo de todo tipo, desde relaciones sexuales con otras personas hasta masturbación o consumo de pornografía, aún cuando ello pueda ocasionar consecuencias negativas en diversos ámbitos de la vida de la persona (problemas laborales, económicos, familiares, ...).
La satiriasis aparece en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) entre las llamadas disfunciones sexuales de origen no orgánico (F52), como un tipo de impulso sexual excesivo (F52.7), junto a la llamada ninfomanía, que es su equivalente en la mujer.
Por el contrario, los términos de satiriasis y ninfomanía no se contemplan como trastornos específicos en la otra clasificación de enfermedades que suelen manejar los psiquiatras, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV). La explicación es que no todos los autores están de acuerdo en considerarlo un trastorno psiquiátrico, pues es una evidencia que el deseo sexual varía considerablemente de una persona a otra (aunque hay consenso en considerarlo patológico cuando causa incomodidad manifiesta o interfiere en el funcionamiento social normal). En ocasiones, pueden aparecer en el contexto de enfermedades psiquiátricas diagnosticadas o de alteraciones hormonales.