sábado, 2 de enero de 2010

GRIPE A (IV): Las mutaciones de los virus gripales.

A principios de octubre de 2009, el blog de humor Irreverendos.com publicaba un interesante chiste firmado por Lola Sánchez:



En él, encontramos al virus de la gripe A (identificado por las siglas H1N1) junto al virus de la gripe común posando sobre lo que parece una placa de Petri (el platillo que se usa en los laboratorios para cultivar microorganismos). Ambos virus se presentan con aspecto antropomorfo. El primero, además, presenta rasgos que recuerdan al gallo (la cresta y la barba) y un hocico de cerdo: como ya hemos tenido oportunidad de referir, este virus se ha formado a partir de ADN procedente de virus que infectan habitualmente al ser humano, a las aves y al cerdo. Si se ha plasmado así en este chiste de forma intencionada, nos parece ingenioso, por el motivo referido. Si se ha plasmado así de forma casual, nos parece una casualidad afortunada.

Las mutaciones de los virus de la gripe pueden ser de dos tipos: menores y mayores.

Las mutaciones llamadas menores suponen, como su nombre da a entender, cambios de menor entidad, y el sistema inmunitario de las personas infectadas previamente conservan una cierta capacidad de respuesta frente al virus resultante, pues éste no es tan diferente de los virus de años previos. Son las mutaciones responsables de que anualmente haya una epidemia de gripe frente a la cual no sirven las vacunas del año anterior.

Por el contrario, las llamadas mutaciones mayores, como es el caso de la mutación que ha dado origen al virus de la gripe pandémica H1N1, ocurren mucho más de tarde en tarde; suponen cambios más importantes en la estructura del virus, y, debido a que el virus resultante es mucho más extraño para los sistemas inmunológicos de los seres humanos, son las que pueden dar lugar a las pandemias.

En el chiste con que se abre esta entrada, el virus de la gripe pandémica H1N1, con expresión aviesa, dice “Muto y mato”. En efecto, ha sido una mutación, ya descrita, la que ha dado origen a este virus que, por ser desconocido para el sistema inmunitario de sus víctimas, ha podido infectar y enfermar a seres humanos en múltiples países, dando lugar a una pandemia que ha resultado mortal para algunas personas.

Por su parte, en el mismo chiste, el virus de la gripe común, con expresión despistada, dice “Mato y mutis” (“mutis”, según el Diccionario de la Real Academia Española, es una expresión coloquial para imponer silencio o para indicar que una persona queda callada). En efecto, la gripe común también ocasiona muertes en todas y cada una de las epidemias anuales que provoca. De hecho, de acuerdo con la información de que hoy disponemos, el virus de la gripe pandémica H1N1 no tiene una tasa de letalidad mayor que el virus de la gripe común (tasa de letalidad es la proporción de personas que mueren, de entre todas aquéllas que han enfermado, en un periodo de tiempo determinado). Lo que ocurre es que a las muertes atribuibles a la gripe H1N1 los medios de comunicación les han prestado gran atención, mientras que de las muertes atribuibles al virus de la gripe común se habla menos, o ni se habla. No pretendemos con esto crear alarma respecto a la gripe común, sino simplemente destacar que, por comparación, el virus de la gripe H1N1 no resulta más letal.