En nuestra entrada inmediatamente anterior hablamos del apéndice vermiforme, cuyo nombre, alusivo a su forma de gusano, constituye un claro ejemplo del empleo de metáforas en el lenguaje médico.
Ya hemos comentado en alguna ocasión que, puesto que la medicina es una ciencia cuyo cuerpo de conocimientos se va construyendo a base de observar la realidad y describir lo que se constata, la jerga médica está plagada de metáforas, pues cada metáfora constituye una referencia que permite al receptor del mensaje formarse rápidamente una imagen mental adecuada.
El cristalino es una lente que se encuentra situada en el interior del globo ocular. Tiene forma circular y aplanada, pero ofreciendo una superficie convexa por cada cara (se trata, pues, precisamente por ese motivo, de lo que llamamos una lente biconvexa). Su aspecto transparente recuerda al cristal, por lo cual su propio nombre es una metáfora. Se sitúa en disposición vertical, dividiendo el ojo en dos sectores que, por su posición, reciben los nombres de polo anterior (en el cual encontramos, por ejemplo, el iris y la córnea) y polo posterior (en el cual encontramos, por ejemplo, la retina).
El cristalino no es completamente rígido, pues a lo largo de todo su borde está unido a un músculo (el músculo ciliar, que fija el cristalino a la pared interna del globo ocular en toda su circunferencia, teniendo, por eso, forma de anillo) que puede tensarlo (traccionando de él) o relajarlo, disminuyendo o aumentando, respectivamente, su grosor, para participar de esa forma en la función de acomodación, que permite fijar la vista en un punto.
A veces, por motivos diversos, el cristalino pierde transparencia, y se va volviendo progresivamente opaco. Como consecuencia de ese fenómeno, el sujeto pierde agudeza visual. La solución es quirúrgica, y consiste en extraer el cristalino, generalmente sustituyéndolo a continuación por una lente artificial, que se coloca dentro del ojo, en la misma posición que aquél (lente intraocular, que suele identificarse en los informes con el acrónimo LIO).
Mientras llega la hora de operarse, el enfermo tiene visión borrosa en mayor o menor grado, ve el mundo como si estuviera mirando a través de una catarata. Y precisamente ese es el nombre que recibe este trastorno: cataratas.
Hace exactamente 2 años (el 19 de octubre de 2010), Alberto Montt presentó en su blog Dosis Diarias una viñeta en la que jugaba con esa metáfora:
Ya hemos comentado en alguna ocasión que, puesto que la medicina es una ciencia cuyo cuerpo de conocimientos se va construyendo a base de observar la realidad y describir lo que se constata, la jerga médica está plagada de metáforas, pues cada metáfora constituye una referencia que permite al receptor del mensaje formarse rápidamente una imagen mental adecuada.
El cristalino es una lente que se encuentra situada en el interior del globo ocular. Tiene forma circular y aplanada, pero ofreciendo una superficie convexa por cada cara (se trata, pues, precisamente por ese motivo, de lo que llamamos una lente biconvexa). Su aspecto transparente recuerda al cristal, por lo cual su propio nombre es una metáfora. Se sitúa en disposición vertical, dividiendo el ojo en dos sectores que, por su posición, reciben los nombres de polo anterior (en el cual encontramos, por ejemplo, el iris y la córnea) y polo posterior (en el cual encontramos, por ejemplo, la retina).
El cristalino no es completamente rígido, pues a lo largo de todo su borde está unido a un músculo (el músculo ciliar, que fija el cristalino a la pared interna del globo ocular en toda su circunferencia, teniendo, por eso, forma de anillo) que puede tensarlo (traccionando de él) o relajarlo, disminuyendo o aumentando, respectivamente, su grosor, para participar de esa forma en la función de acomodación, que permite fijar la vista en un punto.
A veces, por motivos diversos, el cristalino pierde transparencia, y se va volviendo progresivamente opaco. Como consecuencia de ese fenómeno, el sujeto pierde agudeza visual. La solución es quirúrgica, y consiste en extraer el cristalino, generalmente sustituyéndolo a continuación por una lente artificial, que se coloca dentro del ojo, en la misma posición que aquél (lente intraocular, que suele identificarse en los informes con el acrónimo LIO).
Mientras llega la hora de operarse, el enfermo tiene visión borrosa en mayor o menor grado, ve el mundo como si estuviera mirando a través de una catarata. Y precisamente ese es el nombre que recibe este trastorno: cataratas.
Hace exactamente 2 años (el 19 de octubre de 2010), Alberto Montt presentó en su blog Dosis Diarias una viñeta en la que jugaba con esa metáfora: