sábado, 22 de junio de 2013

Un paseo por el tubo digestivo


Si hace unos días Elgar nos daba un pretexto para hablar del cólera gracias a un chiste en el que aprovechaba la polisemia de esa palabra, ayer 21 de junio de 2013 fue El Roto quien nos brindó la posibilidad de referirnos a la anatomía del tubo digestivo gracias a su viñeta aparecida en El País, en la que hacía un juego de palabras: bajo el título “Ruta gastronómica”, mostraba el recorrido que hace el alimento desde los tramos superiores del aparato digestivo hasta la llegada al recto de los restos que no han sido absorbidos: 























La representación gráfica ofrece un enfoque realista. El tramo más alto que se muestra es el esófago (se han omitido, por tanto, la boca y la faringe), cortado de tal modo que se puede distinguir su condición de órgano hueco; al espacio hueco de su interior, que aquí se ha representado en negro, solemos denominarlo “la luz” (del esófago, o, en su caso, de cualquier órgano hueco). A continuación, el tubo se ensancha en forma de saco, en el estómago. El intestino delgado se retuerce sobre sí mismo para quedar albergado, a pesar de su longitud (en el ser humano adulto puede llegar a medir incluso más de 7 metros, y no de forma excepcional), en el abdomen que lo contiene, y se ve sucedido por el intestino grueso, que, iniciándose en el ciego (del cual surge, prolongándose hacia abajo en el dibujo de El Roto, el apéndice vermicular, del cual ya hemos hablado en una entrada previa), asciende por el lado derecho del abdomen (colon ascendente), atraviesa horizontalmente de parte a parte (colon transverso) y desciende por el lado izquierdo (colon descendente) hasta desembocar en el recto, como si fuera un marco que engloba a las vísceras que quedan en el centro del abdomen. Ya hemos dicho que las metáforas son frecuentes en medicina, y precisamente el lenguaje que empleamos para referirnos a las estructuras anatómicas constituye perfecta muestra de ello: tubo digestivo, la luz de un órgano hueco, marco cólico, … son expresiones de uso frecuente en los textos médicos y en los informes clínicos.   

El Roto ha sido siempre un autor inclasificable, que ha priorizado en su obra la invitación a la reflexión sin renunciar a la invitación a la sonrisa. Ayer nos proporcionó una breve pero rigurosa lección de anatomía, a la vez lúcida y lúdica.

viernes, 7 de junio de 2013

La polisemia en el lenguaje médico


El chiste de Elgar aparecido en el diario Sur el pasado 5 de junio de 2013 resulta un poco confuso:





En primer lugar, se basa precisamente en la confusión a que puede dar lugar la polisemia (el significado múltiple de una palabra): concretamente, juega con el doble significado de la palabra cólera.

El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española define cólera, en su primera acepción (con género femenino), como ira, enojo, enfado.

La segunda acepción de la palabra tiene género masculino, y se refiere a la enfermedad: el cólera es una enfermedad diarreica aguda de origen infeccioso.

En tiempos pretéritos, cólera se identificaba también con la bilis, pero ya no se usa con ese significado.

La polisemia es extraordinariamente inconveniente en medicina. El lenguaje científico, entre otras características, debe ser preciso: debe comunicar de forma inequívoca lo que se quiere decir. Es deseable evitar los términos ambiguos, polisémicos (con más de un significado posible) o confusos. Las consecuencias de una posible confusión pueden ser grandes: incluso dramáticas. Por ello, las expresiones utilizadas en el lenguaje científico (y la medicina es un claro ejemplo de ello) han de buscar la precisión.

En segundo lugar, el chiste de Elgar es confuso porque relaciona el cólera con una neumonía atípica.

El cólera es una enfermedad producida por una bacteria llamada Vibrio cholerae. Se trata de una bacteria de forma alargada, como un pequeño bastón (motivo por el cual decimos que se trata de un bacilo) curvo. Puede ingresar en el organismo a través del aparato digestivo, por la ingesta de agua contaminada o de alimentos contaminados. En el interior del tubo digestivo, produce una toxina (enterotoxina) que condiciona la aparición de una diarrea líquida, indolora, que puede ser muy abundante. Tanto, que algunas veces, por la pérdida de líquidos y electrolitos, si no se reponen adecuadamente, puede determinar una deshidratación del enfermo y, en casos extremos, la muerte.

Por su parte, la neumonía es también una infección, pero, en este caso, del tejido pulmonar. La neumonía no es, realmente, una de las formas de presentación del cólera, ni un cuadro que suela presentarse en el contexto de esa enfermedad: las manifestaciones del cólera se deben a la acción de la toxina bacteriana en el aparato digestivo.

No podemos concretar el motivo por el que Elgar ha relacionado el cólera con una neumonía; pero, gracias a que lo ha hecho, hemos tenido la oportunidad de hablar de la polisemia en el lenguaje médico.