miércoles, 12 de octubre de 2011

¿De qué hablamos cuando hablamos de riesgos psicosociales?


Los riesgos psicosociales en el trabajo son muchos y muy variados, y pueden estar relacionados con múltiples circunstancias. Con ánimo didáctico, pueden clasificarse en cuatro grandes grupos:

1.- Aspectos relacionados con las características del empleo. La precariedad del trabajo, la percepción por parte del trabajador de la existencia de riesgos para su integridad física e incluso diversas condiciones físicas del medio ambiente de trabajo pueden constituirse en generadores de estrés. Lo mismo ocurre respecto a la organización del tiempo de trabajo: el trabajo a turnos, la nocturnidad o una jornada laboral excesivamente prolongada también pueden resultar perturbadores.

2.- Aspectos relacionados con las características de la tarea. La sobrecarga o la infracarga de trabajo, el exceso de responsabilidad, la repetitividad y monotonía de las tareas o un ritmo de trabajo excesivamente rígido sin posibilidad de modificación pueden condicionar también una importante sobrecarga emocional.

3.- Aspectos relacionados con la estructura de la organización. La falta de participación en la toma de decisiones o la imposibilidad de promoción en el trabajo son también factores que generan insatisfacción.

4.- Aspectos dependientes de las relaciones interpersonales y de la comunicación. Las relaciones interpersonales con los superiores jerárquicos, con los propios compañeros o con los clientes o usuarios constituyen un aspecto de extraordinaria importancia en esta materia. La dificultad de comunicación por falta de canales o medios, la excesiva o permanente implicación emocional del trabajador con los problemas de las personas a las que atiende y la violencia real (de cualquier tipo) en el entorno de trabajo o por causa del mismo son factores tremendamente relevantes al respecto.

Leído lo anterior, cabe preguntarse si realmente todas esas circunstancias pueden constituirse en factores de riesgo que condicionen una influencia nociva sobre las personas. Ciertamente, así es. Y sus consecuencias sobre la salud de los distintos trabajadores expuestos pueden sin duda resultar incluso más numerosas y más diversas que las que sarcásticamente enumera Randy Glasbergen en este chiste de 2009: